«700 casos de bullying en 6 meses»

Por la Lic. María Zysman, Directora de Libres de Bullying.

Woman Shouting with Bullhorn

Hoy me sorprendió un noticiero de televisión que titulaba “700 casos de bullying en 6 meses”, con tono estadístico y un estilo que lo asimilaba a las notas sobre las epidemias de gripe A de los últimos inviernos. Más allá de la evidente búsqueda de impacto a través de los números, me pregunté si esas cifras serían altas o bajas, algo muy difícil de responder en un contexto con muy pocos registros estadísticos confiables acerca de esta problemática.

Pero antes de intentar cuantificar el fenómeno bullying, es necesario ponernos de acuerdo sobre a qué nos estamos refiriendo, para que esos números tengan algún rigor y no estemos cayendo en falsos diagnósticos ni situaciones alarmistas.

El «bullying» o acoso escolar consiste en una dinámica estructurada de manera tal que alguien es intimidado, agredido, despreciado y/o excluido del ámbito al cual está obligado a concurrir (la escuela). Un sujeto somete a otro al que considera inferior, a partir de detectar sus aspectos más vulnerables, ante un público que potencia la escena.

Pero en la escuela hay también otras situaciones de tensión y pelea en los grupos que nada tienen que ver con el acoso.

Sin embargo, si hoy le preguntáramos a cualquier chico si en su curso “hay bullying” es probable que, a partir del bombardeo mediático permanente, responda afirmativamente, sin siquiera entender bien de qué se trata. Hace unas semanas, la madre de una paciente me comentó que al ir a buscar al colegio a su hija de 9 años, la encontró agarrada de la mano muy fuertemente con un grupo de amigas; cuando les preguntó por qué estaban así le respondieron «estamos preparadas para cuando venga el bullying».

Alarmismo o prevención

En lugar de promover una psicosis colectiva respecto del acoso escolar, sería mucho más conducente trabajar seriamente en la prevención. Para eso, más allá de lo que se pueda hacer a nivel estructural, me permito sugerir algunas actividades para trabajar con los chicos y contribuir a que ellos mismos puedan diferenciar qué es bullying y qué no lo es.

En ese sentido, proponemos empezar por acordar definiciones: desarrollar talleres, debates, asambleas en las cuales surjan las inquietudes genuinas de los chicos, sin clasificarlas; a partir ellas, se podrá buscar entre todos una definición de acoso escolar, y luego evaluar si se da o no en su curso. En nuestra experiencia hemos observado que cada vez que tratamos este tema todos tienen alguna anécdota para compartir o una historia que contar.

Si queremos llegar juntos a una definición podemos plantear situaciones hipotéticas y que los chicos las piensen:

  1. Juan se va a su casa y lo sigue un grupo de chicos de su curso, se ríen de él, se le adelantan y no lo dejan pasar.
  2. Martín está en el suelo y Joaquín lo patea.
  3. More entra al aula y encuentra su carpeta en el cesto de basura.
  4. Al llegar a clase, María ve que todas las chicas tienen una camiseta del mismo color… menos ella.
  5. En la cartelera del aula hay un calendario con los nombres de las chicas y cruces al lado de Cami. Todas las chicas se ríen cuando lo miran pero Cami no sabe de qué se trata.
  6. Felipe vacía una botella de coca en el patio mientras Pablo grita.
  7. Andrés y Pedro se están peleando-pegando en el recreo.
  8. Juana llora porque no la invitaron a una pijama-party.

Estos son algunos escenarios posibles. Los chicos los podrán pensar y determinar si están emparentados o no con la intimidación. En cada grupo se podrán adaptar según la edad y necesidades particulares.

Surgirán seguramente preguntas referidas a los recorridos previos de estas escenas. Si no, es importante incluir en el debate qué es lo que se debería saber para poder decidir si se trata de acoso o no:

  1. Conocer el contexto: ¿es un hecho aislado o forma parte de una cadena sucesiva y en escalada?
  2. Saber cómo se sienten los protagonistas.
  3. Juan, Martín, More… ¿tienen amigos en su curso? ¿Participan generalmente de las actividades y programas fuera de la escuela? ¿Hay compañeros que los apoyen?

Ayudemos así a los chicos a diferencias escenarios intimidatorios de aquellos que no lo son, comportamientos con intención de daño de aquellos casuales.

El acoso escolar es una cuestión de sentimientos y comportamientos, de miradas y de poder. No se trata simplemente de la descripción de hechos. Una vez que acordemos con los chicos de qué estamos hablando, podemos pasar a evaluar si esto ocurre o no en el curso, y qué podemos hacer para evitarlo.

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