Por el Lic. Luciano Veraldi. Psicólogo. Integrante de Libres de Bullying.
Ya sabemos, quizás demasiado, o no tanto acerca de lo que funda el virus llamado Coronavirus en nuestro organismo, pero desde el psicoanálisis sabemos que el cuerpo se separa de lo orgánico, entendiendo que para llegar a tener un cuerpo es necesario cierto recorrido, más bien complejo, que pasa esencialmente por el vínculo con los otros. No nacemos con un cuerpo, nacemos con un organismo, y debemos pasar por ciertos estadios de lenguaje, circuitos enteramente simbólicos distintos del orden puramente biológico, para llegar a hacernos con ese cuerpo.
Hoy, en estos momentos de pandemia, donde el “aislamiento” ya no es una opción sino una obligatoriedad, la subjetividad y la escena del mundo tambalean. Perdemos el encuentro con los otros, gestándose un nuevo virus, que podría habitarnos en los vínculos con los otros y con nosotros mismos. Nuestro “imaginario” se quiebra, es decir, se rompen las representaciones imaginarias del mundo: el tiempo, el espacio y hasta el cuerpo aparecen como desconocidos. Hay pacientes que refieren alguna pérdida en relación a la construcción de su imagen: “me veo en el espejo y no me reconozco” dicen por Skype. En este aislamiento queda privado el encuentro con el otro, ese encuentro tan poco valorado en lo ordinario. Es en esta “privación” en donde florece la angustia, manifestada de distintas maneras: como desbordante (trastornos de ansiedad), impulsividad (comprar papel higiénico en cantidades irracionales), irritabilidad, pánico, síntomas en el cuerpo, trastornos en el sueño, entre otras. El confinamiento interrumpe el circuito pulsional: Netflix empieza a irritar, nada de lo que nos ofrece nos satisface. Se empieza a recorrer un camino de duelo, de pérdida, e incertidumbre.
Hoy más que antes debemos encontrar formas de encontrarnos para cuidar la salud subjetiva. A través de los dispositivos digitales hay que enfatizar el cuidado del lazo social en momentos tan inéditos como el que estamos atravesando, en donde todos como sujetos necesitamos de esa mirada que nos corra del discurso tanático, contaminante y apocalíptico. Es en lo simbólico, en la palabra, donde podemos apelar al inconsciente (que no entra en cuarentena). Es allí donde podemos corrernos de la identificación con el lugar de la amenaza, del miedo y del lugar de enfermo/contaminado. Es en estos tiempos donde queda una verdad al desnudo: los Like de Instagram, los escasos caracteres de Twitter, a veces tenían más valor que un encuentro. Nuestro mal de la cultura, hoy sería conectarnos a través de nuevos medios tecnológicos, pero ahora sí, necesitando más que nunca al encuentro con el otro: ¿Qué más perjudicial a la subjetividad que la privación de algo que jamás vivíamos como amenaza? Ya no sabemos si el virus está en el aire, en la mesada o en la tarjeta de débito, pero sí sabemos que acercarnos físicamente conlleva un riesgo que ataca a nuestra forma de vincularnos, de tomar aire y oxigenarnos con aquel contacto físico. Hoy necesitamos cuidarnos, ausentarnos, pero jamás aislarnos. Eso jamás. En ‘Reflexiones sobre los tiempos de guerra y paz’ de 1915, Freud ya dijo que el hombre no es tan bueno como parece en tiempos de paz, ni tan malo en tiempos de guerra.
Interesante reflexión de un profesional de excelencia como es el Lic. Veraldi. 👏🏼
Que difícil encontrar el justo punto medio entre el mantenerse vinculado de forma digital y el uso excesivo de los aparatos electrónicos que nos lo permiten!
Será cuestión de trabajar en ese equilibrio día a día, pero lo que queda claro después de leer esta nota es que vale la pena el esfuerzo! Gracias por compartir. ✌🏼
Así es Luciano. Somos gregarios por naturaleza y de pronto todo lo habitual, lo cotidiano se vuelve amenazante ..hay que encontrar alternativas un abrazo y felicitaciones