Un nuevo día contra el bullying

Por la Lic. María Zysman. Directora de Libres de Bullying.

A partir de este año, un nuevo día se suma a nuestras agendas para pensar en los vínculos entre pares en la escuela. Los 143 estados estados miembros de la UNESCO designaron el primer jueves de noviembre de cada año como Día Internacional contra la Violencia en la Escuela, el Bullying y el Ciberbullying, reconociendo de este modo que la violencia en el entorno escolar bajo todas sus formas atenta contra los derechos de los niños y los adolescentes, la salud y el bienestar.

Trabajo desde hace más de 25 años en esta temática, en un principio sin llamarla bullying y luego adoptando el término para poder compartir miradas y marcos teóricos con colegas e investigadores de todo el mundo. Mucho hemos aprendido, andado y desandado en estos años y, sin embargo, aún es necesario aclarar, definir y delimitar de qué estamos hablando cuando hablamos de bullying, cuándo aplica y cuándo no esta denominación y su correlato digital, el ciberbullying. Después de este largo recorrido, en algunos ámbitos todavía se pretende evitar hablar del tema, como si ocultarlo lo hiciera desaparecer por arte de magia, en lugar de empeorar la situación.

Designar un “día para pensar” es importante, porque problematiza algo que está, desde hace mucho, naturalizado. Habilita la discusión y el debate, los encuentros propositivos, la puesta en común de prácticas exitosas y –por qué no– aquellas que fracasaron.

Este año, difícil y doloroso para todos, intensificó en particular las violencias digitales. Niños, niñas y adolescentes, hiperconectados a la fuerza, aparecen mucho más vulnerables a todo tipo de avasallamiento de su identidad. La soledad e incertidumbre que implica el aislamiento los privó de la mirada docente, esa mirada que, con mayores o menores dificultades, podía detectar a tiempo situaciones de riesgo. Por eso, es un gran avance incluir explícitamente el ciberacoso en este nuevo día. Sostenemos, desde Libres de Bullying, que el espacio digital no es responsabilidad exclusiva de las familias y que no se trata de delimitar culpas o postergar intervenciones, sino de tomarlo como un espacio de todos, en el cual los docentes tienen la oportunidad y el privilegio de poder educar.

Que el primer jueves de noviembre de cada año se abran ámbitos de reflexión y acción en torno a la convivencia y sus malestares, es valorable. Tal vez no sea una solución, pero sí es un paso hacia ella. Es tomar conciencia, abrirse a escuchar a otros, plantear dificultades y falta de certezas, convocar a las familias, docentes, profesionales de la salud, entrenadores deportivos, vecinos y medios de comunicación a trabajar juntos por infancias y adolescencias libres de todo tipo de violencias.

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